miércoles, enero 3

Mito nº 6: Un país pequeño como Catalunya no es viable

Los que defienden que un país pequeño como Catalunya no sería viable o sufriría económicamente por culpa de su tamaño basan sus argumentos en las economías de escala, tanto del sector público como del privado. Por ejemplo, a mayor tamaño de los servicios públicos, menor coste per cápita. Y parece lógico… pero no lo es.

Alesina ya demostró en su libro The Size of Nations que la heterogeneidad de los países mayores comporta ineficiencias y, por tanto, costes adicionales en la gestión del sector público. En cambio, los países menores son más eficientes en su gestión pública, a la vez que se benefician de las economías de escala que permite en general la globalización o en particular mercados comunes como el europeo o instituciones como la ONU, OTAN o UE.

En realidad, como muy bien explica Germà Bel en su artículo “El (no) misterio de las escalas”, los servicios intensivos en capital tienden a tener economías de escala, pero los intensivos en trabajo no. Y los servicios públicos son intensivos en trabajo: llegado un tamaño, los costes de controlar y coordinar los servicios son superiores a los beneficios por tener una dimensión mayor.

Si tenemos una línea que produce yogures, es fácil entender que cuantos más fabriquemos, más barata nos saldrá la unidad, porque podremos invertir en tener una fábrica más rápida, los costes fijos se repartirán entre más unidades, compraremos más materia prima y los proveedores nos harán mejor precio, etc… Sin embargo, los servicios los producen las personas y no máquinas. A partir de un tamaño relativamente pequeño de p.e. enfermos o alumnos, las “fábricas” (léase hospitales y escuelas) ya están llenas y, por tanto, no hay más economías de escala. En cambio, cuantos más hospitales y escuelas tengamos más deberemos gastar en coordinarlos.

Esto es fácil de ver en los famosos niveles de gobierno que todos queremos eliminar. Actualmente tenemos el gobierno central, las diputaciones, las CC.AA., las entidades comarcales y los ayuntamientos. Muchos servicios pasan, de una forma u otra por estas manos, en cambio en una Catalunya independiente dos de estos niveles (y sus correspondientes gastos) quedarían eliminados: el gobierno central y las diputaciones.

Como ejemplo pone las administraciones tributarias en Alemania y EE.UU. donde disponen de fuertes agencias tributarias regionales.

Las economías o deseconomías de escala afectan al coste pero no la eficacia. En este sentido, sólo cabe que pensar por un momento cuál es el tamaño de los países que históricamente tienen fama de ser eficientes: Suiza, Finlandia, Suecia, Singapur,…

Por otro lado, afirman que cuanto más pequeño sea un país, menor potencial económico tendrá. Y eso es cierto si lo miramos de forma absoluta. El potencial de Singapore, por ejemplo, es mucho menor que el de España, pero ninguno de sus habitantes se cambiaría económicamente por un español pues su renta per cápita duplica la de España.

Así son muchos los economistas que defienden que el tamaño de un país no es condicionante para su desarrollo económico, incluso llegando a producirse el efecto contrario. Es decir, a menor tamaño, mayor crecimiento. El Observatorio Francés de Economía demostró esta relación en un programa de estudio de 5 años. Y más recientemente, un estudio de la Fundació Josep Irla, Dimensió dels Estats i comportament econòmic a la Unió Europea, muestra la misma correlación inversa entre dimensión del país y crecimiento económico para el periodo 2002-2010 en la UE.

Adam Price de la Harvard University, en su artículo Small Is Cute, Sexy, and Successful: Why Independence for Wales and Other Countries Makes Economic Sense, defiende que hay una relación directa entre menor tamaño de país y mayor crecimiento del PIB y de las exportaciones (p.e. durante el periodo 2000-2008, los países más “pequeños” de Europa incrementaron sus exportaciones en un 50%, mientras que los más “grandes” sólo lo hicieron en un 35%).

Según Price, estas son las principales razones que lo justifican:

1.    Por la apertura al comercio: al disponer de un mercado interior de menor tamaño, las economías pequeñas tienen a estar más orientadas a la exportación (el premio Nobel Gary Becker sostiene que el menor tamaño les empuja a la especialización y, por tanto, a ser más competitivos)

2.    Cohesión social: los países pequeños son más homogéneos y, por tanto, más fáciles y  menos costosos de gestionar.

3.    Adaptabilidad: menor tamaño igual a mayor flexibilidad. Autores como Jeffrey Frankel o Oswald han escrito sobre la mayor capacidad de innovación de los países pequeños (p.e. Suiza tiene más Premios Nobel per cápita que cualquier otro país del mundo y tiene 3 universidades entre las 100 mejores del mundo).


En resumen, los países con menos de 10 mios de habitantes suelen ser más homogéneos, con estructuras de estado relativamente más pequeñas y con mayor apertura comercial hacia la exportación.


Finalmente, el concepto de las megaregiones está tomando peso entre los economistas mundiales como los auténticos pulmones generadores de actividad económica. En este sentido, un estudio de la Universidad de Toronto sitúa la región que denominan Barceloa-Lyon (y que en realidad recoge el conocido arco mediterráneo), como la número 11 del mundo, muy por delante de Madrid (nº 39), la otra única megaregión que dicho estudio sitúa en la actual España.



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